¡Alto a la guerra, no más muertos!

Podría ponerme solemne y decir que la masacre de San Fernando es reprobable pero ya no sirve. La realidad es hoy un show, un reality show para todo tipo de audiencias, los que con un cinismo sobrecogedor afirman que “es la muestra de que vamos ganando la guerra”;  los que ríen diciendo “podemos más”; los que dicen “¡venganza!, ¡castigo!”; los que lamentan las muertes y envían condolencias a los familiares; los que señalan las violaciones a los derechos humanos y se indignan por el proceder gubernamental. No hacen más que consumir de la misma cadena de comida rápida, “reaccione rápido, como quiera, no lo piense, consuma” el mismo producto y al mismo ritmo hasta que aparezca el nuevo lanzamiento que le prometerá más de lo mismo, “lo que usted espera pero mejorado”. Vivimos al ritmo del show de las conciencias y repetimos nuestro patrón en cada nuevo evento.

Eventos como el de San Fernando no son más que el extremo de una cadena de acontecimientos, la cola de un remolino pronto superado por un evento más ultrajante, en un proceso de normalización de la violencia que nos distorsiona, si no es que nos despoja, de nosotros mismos. Más pena damos los vivos que los muertos.

No diré más. Ve este video (si tienes tiempo) mientras piensas en San Fernando. Pregúntate qué papel juegas en él. Aléjate de falsos heroísmos que en nada ayudan más que en limpiar la conciencia para pasar la página. Acuérdate de la masacre de Creel y luego en Acteal, y las más que recuerdes. Finalmente pregúntate, ¿a dónde vamos, qué hemos hecho, en qué realidad quiero vivir (o vivo) y qué implicaciones tiene decir (si lo he dicho) “alto a la guerra, no más muertos”?

5 comentarios en “¡Alto a la guerra, no más muertos!

  1. Estos sucesos ¡me rebasan!, me causan un gran desconcierto, que por lo menos, noticias como la declaración de inocencia de Raúl Hernández constituyen un rayo de luz en este enorme caos

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  2. Michael: Buena reflexión. Buen vídeo. La «normalización» de cualquier cosa es mala, en principio. Y puede darse de formas múltiples. En el gran teatro del mundo, aún los que creemos que estamos haciendo buenas cosas(denunciando el mal, reclamando el bien), somos parte de la normalización … ¿Recuerdas el debate acerca de cómo se institucionalizó el sistema de financiamiento de las ong’s? ¿o la preocupación de los líderes diocesanos en 2000 porque había peligro que las financiadoras se olvidasen de Chiapas luego del triunfo de Pablo? Y sin embargo, valía la pena cerrar filas en ese regimiento. Y sigue valiendo la pena hacerlo. Pero hay que hacer la crítica de raíz de todo, pues de otro modo caeremos en cuenta, como Kate en el vídeo, que pudimos haber salvado la vida de la niña. Gracias. ¿Qué piensas hacer para 2012?

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    • Querido Federico, me temo que es más complicado. El tema no es lo que Kate pudo haber hecho (ni Pablo). La escena, démonos cuenta, es residual. Somos parte de un teatro macabro donde caben hasta los indignados, los héroes y los arrepentidos. Indignarse por la escena es parte del guión, qué hubiera hecho Kate es precisamente la trama que genera expectación en el público, es la clave del éxito de este teatro.

      El motor que mueve las tramoyas es un proceso de despersonalización que nos impone una ética y una estética de la muerte. Dejamos de definir lo que somos y queremos, cada vez con menos posibilidad de resistencia (la resistencia del gladiador reducida al ridículo), cada vez con más sinsentido. Ese proceso transforma nuestros territorios para ser reconocibles en la pobreza, en la impunidad, en el abuso, en las ejecuciones, desapariciones, en fin, la lista es larga. ¿Quién puede llamar hoy a Ciudad Juárez, “mi casa”? Se modifican las geografías que nos dan sentido, se trastoca la memoria y nos despoja de la construcción de nuestro futuro para finalmente expulsarnos y migrar a una nueva tierra prometida. San Fernando es sólo el desenlace de esta obra.

      Indignarse por el teatro mismo (más que por la escena), es necesario pero insuficiente. Ante un proceso hegemónico que nos heteronomiza (reduciéndonos a títeres útiles, como a Kate o al gladiador), se necesitan procesos contra hegemónicos que nos autonomicen, recuperando el control de nuestra voluntad individual y colectiva, de nuestro espacio y nuestro tiempo. ¿No tenia esto cierta relación con la idea de República? No toda resistencia como no toda oposición es contra hegemónica, la de Pablo no la era.

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  3. Me recuerdas que participamos en un sistema económico que deshumaniza y de cuya sinergia es difícil escapar.
    Parte de su perversión es evitar las reflexiones que propones

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  4. La consigna actual es meter en el «espíritu humano», la cultura de la muerte como una moda, una piedra en el camino que sólo tienes que patear.La desgracia humana como una fatalidad que pasa y ya. Entre más espectacular «más reating»,és el voyerismo que disfruta el actual consimidor en el que tenemeos que creer y llorar sus lágrimas y sorberlas y paladeralas al ritmo de nuestro camino ,oteando lo mismo que ellos, ver lo mismo que todos oímos, lo que nos duele y lo que podemos cambiar desde nuesta realidad….

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